Reírse es una función biológica necesaria para mantener el bienestar físico y mental, algunas teorías científicas atribuyen muchos efectos beneficiosos a la risa.
La risa está conectada con el hemisferio derecho del cerebro, responsable de la creatividad, la intuición, el juego y el arte.
Cuando reímos, el cerebro emite una información necesaria para activar la segregación de endorfinas, específicamente las encefálicas. Estas sustancias, poseen unas propiedades similares a las de la morfina, tienen la capacidad de aliviar el dolor e incluso de enviar mensajes desde el cerebro hasta los linfocitos y otras células para combatir los virus y las bacterias.
La risa hace descender el nivel de cortisol que se produce en la sangre ante una situación de estrés
“Ante la brusca toma de consciencia de lo que se nos ocurre como algo risueño, los músculos especialmente involucrados en la risa reciben la orden neurológica de moverse para reír; esta misma orden recorre las neuronas en busca de una estructura de referencia donde situar la escena cómica, humorística o risueña en el cerebro, pero generalmente no se la puede situar coherentemente, y esa incoherencia provoca la necesidad de reír”.
El cerebro en su excelente condición de plasticidad para aprender nuevas respuestas, -lo cual es en esencia, la garantía de la supervivencia,- premia con dopamina al sistema endocrino, transmitiéndonos placer y hace que cada vez seamos más y más “adictos” a esa forma de buscar alternativas y entender las diferentes facetas de una realidad.
El humor enfrenta la realidad de una manera totalmente diferente a lo que dice la razón, pero su interpretación es mágica y totalmente elevada. El humor es una expresión de inteligencia admirable.
¡Lo que nos causa risa, es la incoherencia del resultado final de la experiencia!
El humor, ayuda a visualizar las situaciones en una perspectiva totalmente inesperada.
Reír te conecta con el lado positivo de la vida, no olvidar el reír, a pesar de que no se cumplan nuestros sueños, como habíamos planeado, a pesar de estar lejos, a pesar de no tener con quien reír, es algo que no debemos dejar de lado, porque nuestro bienestar, estará vinculado a nuestros momentos de risa. La risa como expresión de nuestras propias contradicciones.
La risa es el camino más corto entre dos personas. Cuando nos reímos con alguien la incluimos en nuestro grupo como una igual. Nos acercamos desde el afecto, el entendimiento, el apoyo, el diálogo y el juego; dejamos a un lado la estructura vertical y pasamos a una relación horizontal basada en la igualdad.
Lo serio mueve a la persona hacia lo normal, lo esperado u obvio. Un pensamiento cerrado, un pensamiento lógico, hacia lo homogéneo y lo jerárquico, mientras que el humor juega a la creatividad, a lo desconocido, a lo espontáneo, despierta las musas de las analogías y las metáforas, enfrentando la situación con un pensamiento divergente, abierto a interpretaciones, ya que no existe un solo punto de vista total de las cosas, sino que nos hace verlas desde otra perspectiva, aplicando un pensamiento lateral, análogo, abierto, divergente, obligándonos por ello a tomar conciencia con otra postura de la realidad social y de nosotros mismos, y el cerebro al reconocer que descubrimos una pauta atípica, en su mágica plasticidad de rediseñarnos y jugar a enseñarnos nuevas rutas de crecimiento, nos recompensa, con la dopamina y las endorfinas, que produce la risa. Aprender a reír es algo más importante de lo que parece a simple vista.
Los inmigrantes a veces al perder sus referencias humor, y no reconocer las del nuevo entorno, se olvidan de reír, lo que incrementa su sensación de tristeza, nostalgia o depresión. También es uno de los detonantes, para que el inmigrante prefiera estar con personas compatriotas antes de hacer nuevas amistades con los nativos.